viernes, 25 de noviembre de 2016

LOS EMBLEMAS DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA SEVILLANA DE AMIGOS DEL PAÍS


La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, cuya aprobación regia fue el 16 de diciembre de 1777, y que en principio se denominó "Real Sociedad Patriótica de la Ciudad y Reino de Sevilla", en sus Estatutos originales, en el título 10, "De la Empresa y sello de la Sociedad", recoge lo referente al emblema: "Usará la Sociedad por empresa en el sello, a la frente de sus obras y demás partes que convenga de la antigua, que dio a Sevilla el Sr. Rey Don Alonso el Sabio de la madexa anudada por el medio y las letras NO-DO a los lados en significación de la fidelidad con que se mantuvo constante en su servicio durante las turbulencias sobrevenidas en los últimos años de su reynado, a que se agregarán tres hachas encendidas que se cruzen y enlacen en el nudo de la madexa con varios instrumentos esparcidos en la medalla alusivos a las tres comisiones de Agricultura, Artes y Oficios, Industria, Comercio y Navegación, con este lemma (sic) "Da Luces, Siempre Fiel". 
      
Dando a entender que la Sociedad se propone por objeto de sus tareas y aplicación el infundir a los pueblos de su provincia con la fidelidad que les es nativa, y que han conservado ... la ilustración por medio de las tres comisiones en que deben exercitarse sus individuos en los ramos y asuntos pertenecientes a ellas, que es lo que indican las tres hachas encendidas y los instrumentos que acompañan y completan el adorno de la empresa. Los primeros Estatutos fueron redactados en febrero de 1777 y se conservan en el Archivo histórico de tan Ilustre Sociedad. Esta prolija explicación tuvo su realización en un emblema "mayor" que revestía la forma de grabado rectangular, en este caso vertical, cuya mitad superior presenta un lazo que une tres antorchas encendidas (representa las tres Comisiones constituidas); la leyenda "NO-DO" del escudo sevillano, con su madeja heráldica; encima del lazo, el lema "Da Luces, Siempre Fiel"; de este núcleo emergen rayos de luz en todas las direcciones. En la mitad inferior un friso con greca y posados en él, los siguientes objetos: arado, retel, red, rastrillo, racimo de uvas, mesa de hilar, devanadera, fardo. El grabado original tiene una buena calidad artística, fue realizado por Carmona según diseño de Montehermoso.




 A lo largo del siglo XIX (1846) el emblema original se simplifica y se convierte en un circulo que solo conserva las tres antorchas encendidas y el signo y la leyenda del "NO-DO". El círculo lleva un segmento en la parte inferior con el lema "Da Luces, Siempre Fiel" y en el resto de la circunferencia
"La Rl. Sociedad Económica de Sevilla".






 Posteriormente, aparece un membrete con el mismo diseño, pero el lema "Da Luces..." y pasa del segmento base a rodear en semicírculo la parte inferior del emblema; el conjunto, de forma oval y posición vertical está rodeado de lambrequines que en su parte baja sostiene dos ramos y en la superior una corona de laurel.






Ya en el siglo XX (1925- 1933) se documenta un sello que recuerda al primitivo: es circular y encima del segmento inferior con el lema, reposan objetos casi coincidentes con aquellos: arado, torno de hilar, libro abierto, sarmiento de vid, otro objeto no identificado, y sobre las antorchas, un ave con las alas desplegadas que ha venido a sustituir a la antorcha central de emblemas anteriores. La leyenda continúa como "La Real Sociedad Económica de Sevilla".






Durante la segunda mitad del siglo XX, y principios del siglo XXI, la Sociedad estuvo usando el membrete de forma oval con las espigas y la corona de laurel.
A mediados del 2014, la vigente Junta Directiva,  ha querido actualizar el mebrete a los nuevos tiempos. La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, en su nueva etapa, después de 240 años, quiere resaltar su origen Real con el símbolo de la corona en vez del laurel en la parte superior, manteniene las tres antorchas que fundamentan las tres Comisiones originales "Agricultura, Artes y Oficios, Industria, Comercio y Navegación"  y   centra su lema "Da Luces, Siempre Fiel" como compromiso de sus socios con el Desarrollo y Progreso de la Sociedad. Se mantiene la madeja, que ha simbolizado su lealtad a Sevilla durante tantos años, pero se elimina el tradicional "No-Do" para ratificar la independencia de la Sociedad, y evitar que se le asocie como organismo público dependiente de la Administración Local.

LA ECONÓMICA DE SEVILLA Y LAS ESCUELAS DE HILADOS

  En 1778, tres años después de la constitución de la Sociedad Económica de Sevilla, se vio la necesidad de poner en marcha el mandato real de Carlos III y las ideas expuestas por D. pedro Rodriguez de Campomanes en su “Discurso sobre el fomento de la industria popular” y en el posterior, pero no por ello menos importante, “Discurso sobre la educación popular de artesanos y su fomento”. En ese momento, la Sociedad vio la posibilidad de poner en marcha una escuela para el “hilado del lino, lana y algodón”, y se acordó buscar una “maestra diestra, aplicada y de costumbres arregladas, costeada en parte con el trabajo de las aprendidas a su cargo: dos días deben hilar a beneficio de su maestra”. Además de aprender a hilar las alumnas recibían formación en la Doctrina Cristiana, buenas costumbres y nociones de lectura y escritura. En definitiva eran verdaderos centros de enseñanza profesional (1).
  Esta labor pedagógica fue considerada por los Amigos del País de primerísima necesidad y se acordó en febrero de 1778, nombrar presidente de dicha comisión a Jovellanos, quien asumiendo con gran responsabilidad su cargo solicitó al Censor de la Sociedad Matritense que les facilitara por un año un maestro de hilar.  En efecto, así fue: se contrató a D. Juan García de Alienes según consta en los archivos de la Sociedad.
  Inicialmente se planteó la creación de tres escuelas, una en la Alameda, otra entre la puerta Osario y la puerta de Carmona y una tercera en Triana. Sin embargo, sólo se pusieron en marcha dos, una en el barrio de San Lorenzo y otra en Triana, para las que se formalizaron los correspondientes arrendamientos de dos casa para usarlas como casas de hilados, cada una de las cuales contarían con 12 alumnas. Igualmente se aprobó dar enseñanza en casas de niñas huérfanas, comunidades religiosas, beaterios y casas particulares de la ciudad de Sevilla.
  Para llevar a cabo la enseñanza de hilados, la Sociedad Económica, siendo su Vicedirector, D. Martín de Ulloa, solicitó para Sevilla, la libertad de entrada de linos y cáñamos que se necesitaran para sus escuelas taller, petición que fue concedida por R.O. de S.M. del 31 de mayo de 1779. La Real Maestranza de Caballería de Sevilla, entre otras instituciones de la ciudad, aportó fondos para el buen fin de las escuelas de hilados (2).
  Cada escuela contaba con un "Socio Curador”, cuya misión era supervisar el trabajo de las alumnas y sus maestras, así como emitir un informe periódico a la Sociedad con objeto de informar de los adelantos de las alumnas. También proponía a las Juntas Generales de la Sociedad Económica sevillana, que cada año se celebraban el 23 de noviembre, los premios a las educandas más distinguidas en los 12 meses precedentes y un galardón a las maestras, así como entregas de ayudas económicas para aquellas alumnas que hiciesen constar, además de su habilidad con el hilado, el cuidado de sus padres ancianos ó enfermos.    Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) fue el primer “Socio Curador” con que contó la escuela de San Lorenzo, siendo sustituido en este cargo al marcharse a Madrid, dónde había sido nombrado Alcalde de Casa y Corte (3). En enero de 1783, la escuela de San Lorenza, se trasladó a otra casa en el barrio de San Martín y se puso en marcha un nuevo aprendizaje para trabajar la seda mediante el método Vaocanson.

(1) La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País: su proyección educativa (1775-1900). María Consolación Calderón España.
(2) La Real Maestranza de Caballería de Sevilla (1670-1998). Francisco Núñez Roldán.
(3) Jovellanos: Vida y Pensamientos. Manuel Álvarez-Valdés y Valdés.

PRESENTACIÓN DE "LA ECONÓMICA DE SEVILLA"

PRESENTACIÓN DE "LA ECONÓMICA DE SEVILLA"

   La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, es una de las asociaciones privadas más antiguas de Andalucía, desde sus orígenes en 1775, ha tratado de conciliar el interés de la sociedad civil y el futuro económico del país. Sevilla, fue una de las primeras ciudades españolas en asumir la invitación del Consejo de Castilla, al amparo e impulso del Gobierno Ilustrado de Carlos III, para la fundación de una Sociedad Económica.  La personalidad de los socios de esta Corporación, siempre se ha caracterizado por su interés en trabajar desinteresadamente por los demás ciudadanos.

  “La Económica”, como abreviadamente se conoce a ésta Ilustre Sociedad, es una gran desconocida para los propios sevillanos, sin embargo, la Corporación siempre acogió a personas de gran categoría intelectual, con el único fin de procurar progreso y mejoras  para los ciudadanos, basadas en la industria, la ciencia, la cultura y la educación.

  La educación, ha sido a lo largo de la historia uno de los pilares de la Corporación. Fundó diferentes escuelas, de la original “Escuela Patriótica de Hilados” y más tarde “Escuelas de Dibujo”, se dio paso a las que posteriormente se llamaron “Escuela de Artes y Oficios”.  El inicial “Colegio Académico de Primeras Letras”, fue predecesor de las “Escuelas Normales de Maestros”, posteriormente conocidas como “Escuelas de Magisterio”. De las inicialmente llamadas “Escuelas de Amigas”, dedicadas a las enseñanzas de las niñas y conocidas vulgarmente como “Las Migas”, se pasó a crear diferentes “parvularios” por toda la ciudad. En 1803, nuestro Ilustre socio, D. José María Blanco Crespo – Blanco White-, gran poeta sevillano puso en marcha patrocinado por la Corporación la conocido como Academia  de Humanidades. Especial mención tiene la “Academia de Música”, que  estuvo funcionando durante el siglo XIX y primer tercio del siglo XX,  germen del actual “Conservatorio Superior de Música de Sevilla”.

  En el aspecto económico, cabe destacar entre otros muchos acontecimientos, la creación en 1842, siendo su Presidente D. Francisco Moreno Zaldarriaga, de la Caja de Ahorros de Sevilla, en una sala habilitada del colegio San Miguel, propiedad del Cabildo Catedralicio.

  Son innumerables las personalidades que han participado a lo largo de todos estos años en nuestra institución, cabe destacar, sin ser excluyentes, su principal impulsor y primer Presidente D. Pablo de Olavide, D. Melchor Gaspar de Jovellanos, el Marqués de Vallehermoso, el Conde del Águila, D. Martín de Ulloa, el Marqués de Montefuerte, D. Javier de Uriarte, D. Manuel María del Mármol, D. José María Benjumea, D. Miguel Chacón, D. Alberto Lista, D. José María Ibarra y sus dos últimos Presidentes D. Manuel Hoyuela Jiménez y el Dr. D. José María Hoyuela Jiménez. 

  Durante todo el siglo XIX se suceden socios de alto interés para Sevilla, pero en el siglo XX, también la Real Sociedad Económica acoge a un socio de vital importancia para la Comunidad Autónoma Andaluza:  D. Blas Infante Pérez,  ideólogo del Andalucismo, que con frecuencia exponía sus ideas entre los socios de la Corporación.

  Especial mención tiene para dar a conocer la relevancia de la Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, el trabajo académico realizado en los últimos años, por  los profesores D. Francisco Aguilar Piñal, Dña. Mª Consolación Calderón España, Dña. Mª Isabel Corts Giner, Dña. Ana María Montero Pedrera y D. José Ignacio Cansino González, que con su paciencia y sabiduría nos han permitido ordenar ideas e ilustrarnos en el camino de dar esplendor  a nuestra Corporación y de cuyas obras se han extraído estas páginas.
                

  Las verdaderas grandes empresas son las que tienen historias que contar, porque han hecho cosas realmente grandes. La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, tras un pasado glorioso, busca desarrollar nuevas competencias y hacer frente a las necesidades que plantea actualmente la sociedad. No podemos permitir que se olvide la excelente y eficaz obra realizada por la Corporación en más de dos siglos de historia, todo lo contrario, tenemos que seguir prestando nuestra atención a ese pasado brillante, pero ese pasado tenemos que proyectarlo al futuro, con las mismas grandezas de miras que lo hicieron nuestros antepasados, es decir, apostando por el progreso y el bienestar de los ciudadanos.

EL SIGLO DE LAS LUCES Y LAS SOCIEDADES ECONOMICAS

El siglo XVIII es una época de importantes proyectos, de cambios notables y reforma de la vida interna de los Estados. Este período histórico recibió distintos nombres en cada país. En España se le denominó el “Siglo de las Luces”.
  La palabra “Ilustración”, es comúnmente usada en el mundo hispánico tanto para indicar un proyecto político, como el conjunto de los logros culturales, económicos y sociales alcanzados en este siglo, al instalarse en el trono español la dinastía borbónica en 1713. Con ella se pone en marcha un amplio programa de reconstrucción básicamente material. Carlos III es el monarca más representativo de la Ilustración española. Este Rey y sus colaboradores más directos- Floridablanca, Campomanes, Jovellanos, Cabarrús-, comportan una de las épocas más interesantes y apasionantes de nuestra historia.
                
  Mejorar la educación, regenerar la economía del país, fomentar la agricultura y crear una hacienda pública, fueron los objetivos principales de la corona. Resultado de este programa audaz y profundo son las Sociedades Económicas de Amigos del País, las instituciones más características y originales de la España ilustrada, que nacen como: “Corporaciones oficialmente reconocidas cuyo objeto era trabajar por el desarrollo de la riqueza y la prosperidad del país”
  Las Sociedades Económica, han sido siempre instituciones privadas, que tenían como objetivos el desarrollo económico, industrial, agrícola, científico y educativo en la región respectiva. La educación era considerada por los ilustrados como la panacea de las soluciones económicas, sociales y políticas. 
  A finales del siglo XVIII, la mayor parte de las ciudades más importantes de España, además de muchas villas y pueblos grandes, tenían una Sociedad Económica. La mayoría de las Reales Sociedades solicitaron su fundación antes del 1808, fecha crucial en la historia de España, con el reinado de José I, hermano de Napoleón y el inicio de la Guerra de la Independencia.
  En sus orígenes las Sociedades Económicas estaban formadas por miembros de todos los estamentos sociales,  la nobleza, el clero, los comerciantes, los artesanos, los campesinos e incluso socios con cargos municipales. Cada persona al ingresar en la entidad se adscribía, según sus conocimientos, capacidades e intereses a una de las comisiones de trabajo a través de las que se canalizaban las actividades de toda la Sociedad.  

  Estas actividades fueron llamándose “clases” y estaban dedicadas a la agricultura, la industria, el comercio y las artes y los oficios. Se reunían periódicamente para debatir los problemas que afectaban a su sector correspondiente. Con el tiempo aparecieron publicaciones de los trabajos realizados, se instauraron premios, se crearon bibliotecas, obras de beneficencia, creación de escuelas, instauraron cátedras y se convirtieron en centros difusores de la cultura y las artes.

ESPAÑA Y LAS SOCIEDADES ECONOMICAS DE AMIGOS DEL PAIS

 En España, al igual que en en otros países europeos, en el siglo XVIII, aparecen agrupaciones científicas o literarias y las tertulias de amigos comienzan a elevarse al rango de academias. Muchas de estas tertulias eruditas, que habían nacido por impulsos particulares en torno a algún protector principal, se institucionalizaron en la segunda mitad del siglo.
  Los factores que influyeron en la creación de las Sociedades Económicas fueron variados, pero destacan la coyuntura económica de la época y la presencia de ilustrados, creándose una situación propicia para fomentar las sociedades que ayudaran a dar cauce a las necesidades económicas. Aunque nacieron como instituciones para la reforma y esencialmente para la reforma económica, abordan también la social, la administrativa e incluso la ideológica. Fomentan entre sus miembros la lectura de obras científicas del momento, tanto españolas como extranjeras en las que de algún modo, basarían sus acciones. Estas Sociedades se convirtieron en el grupo innovador más importante del momento con respecto a la sociedad, la cultura y la economía del país.
  Las Sociedades Económicas españolas tuvieron su origen en la “Bascongada”, creada por iniciativa de D. Javier María Munive, Conde de Peñaflorida, que tras volver de Francia en 1746, quiso imitar las reuniones que tantos éxitos tenían en el país vecino. En Azcóitia, se reunían al anochecer en la Casa de la Villa, caballeros y clérigos ilustrados, en tertulia de amigos la cual se transformó pronto en verdadera asamblea académica. Llegó a tener tal seriedad y rigor que en 1748 tenían perfectamente reglamentadas sus actividades.  Una Real Orden fechada el 8 de abril de 1765, en la que constaba la satisfacción de Carlos III, en declararla como “Real Sociedad Bascongada de Amigos del País”, proponía que las demás provincias del Reino la imitaran.
  El ejemplo de la Sociedad Bascongada no cundió hasta que se dio a conocer en todo el Reino el “Discurso sobre el fomento de la industria popular”, circular que Campomanes, siendo Fiscal del Consejo de Castilla, envió el 18 de noviembre de 1774 a todas las autoridades locales, ordenándoles la creación de Sociedades Económicas, para lo cual requiere la participación de nobles, obreros y gente acomodada, poniéndoles el ejemplo dado por las provincias vascongadas.
  Pese al impulso del Gobierno, siempre fueron personas particulares las que se unieron y decidieron posteriormente solicitar al Consejo permiso para poder funcionar. 
La primera en organizarse, después de la bascongada, fue la de la capital del Reino, con el fin de reproducir fielmente el proyecto de Campomanes.
  
  La Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, se convierte en supervisora de las numerosas solicitudes que llegan al Consejo de Castilla, para constituir Sociedades Económicas entre 1775 y 1808, se solicita autorización para fundarse unas 96 Sociedades.

  La vida de las Sociedades Económicas a finales del siglo XIX fue languideciendo a favor de otras Instituciones, como la Universidad, muchos de sus cometidos fueron sustituidos por las actividades desarrolladas por el Gobierno y las Entidades Locales, que tomaron parte activa en el fomento de infraestructuras y la resolución de problemas sociales. El Gobierno fue haciéndose cargo de los asuntos de enseñanza, agricultura, comercio, etc., que antes eran patrimonio de estas asociaciones.

    En el siglo XX, las Sociedades Económicas han continuado como depositarios de esa tarea de promoción y desarrollo pero sin intervenir en actividades propias de organizaciones gubernamentales. Actualmente, estas Sociedades Económicas, tienen y deben tener un lugar destacado en la realización de trabajos de investigación, formación y estudio de aspectos históricos-culturales que pueden ser complementarios a los llevados a cabo por la Universidad, los Gobiernos Centrales, Autonómicos y Locales. 

LAS SOCIEDADES ECONOMICAS Y LAS CAJAS DE AHORRO ESPAÑOLAS

Algunas de la Sociedades Económicas, como la Barcelonesa, la Matritense, la Bascongada, la Aragonesa, la Extremeña, la Valenciana, las de  Cartagena, Las Palmas, Tenerife, Jaén, y la Sevillana entre otras, han seguido manteniendo su espíritu abierto a nuevas propuestas innovadoras y hoy en día después de casi 240 años, siguen tratando de ayudar a generar riqueza y obtener logros sociales para sus ciudadanos.                  Después de tanto tiempo de pervivencia, el contenido legendario de dichas Entidades es una fuente de conocimiento para estudiosos e investigadores que no puede caer en el olvido.
 La importancia para España de las Sociedades Económicas se puede analizar indirectamente por su relevancia en las aportaciones al  sector financiero y el impulso a las sociedades crediticias, que a modo de ejemplo y sin ser excluyentes destacamos:
  En 1834 un concurso de la Sociedad Matritense de Amigos del País, premiará una memoria sobre el establecimiento y fundación de una Caja de Ahorros, poco después se crea en 1835 la  Caja de Ahorros y Previsión de Madrid, germen de la actual Bankia.

  En 1842, la Societat Económica Barcelonesa D´Amics del País, fundó la Caja de Ahorros de Barcelona y participó en la creación de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares, la fusión de las cuales dio lugar a la actual Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, “La Caixa”.

  En 1873, la Real y Excma. Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País fundó  la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja – Ibercaja -.

  En 1889, la Real Sociedad Extremeña de Amigos del País, crea la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Badajoz, que abre y regenta a su expensas y en su local en 1901.

 En 1842, impulsada por la Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, siendo su Presidente  D. Francisco Moreno Zaldarriaga, se crea  la Caja de Ahorros de Sevilla, que posteriormente tras diferentes fusiones con Caja San Fernándo, Caja de Ahorros de Huelva y Caja de Ahorros de Jerez, acabaría llamándose Banca Cívica y finalmente en el año 2012 se integraría en Caixabank, banco operado por "La Caixa".
En definitiva desde mediados del siglo XIX, las Sociedades Económicas tuvieron un relevante papel en el sistema crediticio español, siendo fundadoras de las principales entidades de ahorro del país.

FUNDACION DE LA REAL SOCIEDAD ECONOMICA SEVILLANA DE AMIGOS DEL PAIS

  El 18 de noviembre de 1774, siendo Fiscal del Consejo de Castilla, D. Pedro Rodriguez Campomanes, se remitió una circular a todas las autoridades locales, ordenándoles la creación de las Reales Sociedades Económicas.
  El Excmo. Sr. D. Manuel Ventura Figueroa, Gobernador del Real Consejo de Castilla, dirigió al Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, un ejemplar de la obra de Campomanes, “Discurso sobre el Fomento de la Industria Popular”,  junto con una carta-orden en la que se instaba a la ciudad a“promover cuanto en ella se habla y procure los medios de que se logren los fines tan importantes a que se dirige”.
  El Ayuntamiento de Sevilla creó una comisión para que informase sobre lo más oportuno a fin de llevar a cabo el exacto cumplimiento de la orden. Esta comisión estaba formada por el Marqués de Torreblanca, Teniente de Alcalde mayor, el Conde del Águila, provincial de la Santa Hermandad y D. José Solano Laredo, Caballero Jurado.
   En sesión del 30 de enero de 1775, el Ayuntamiento instó a los señores comisionados a ponerse de acuerdo con el Asistente D. Pablo de Olavide, en aquel momento Asistente de la ciudad de Sevilla e Intendente de los Ejércitos de Andalucía, para que adelantasen el informe, por considerarlo asunto muy importante. Después de varias reuniones en el Alcázar, surgió la idea de fundar una Sociedad Patriótica en Sevilla, ya que los ilustres patricios que formaban la comisión habían informado favorablemente el 15 de marzo del mismo año. Un mes más tarde, tuvo lugar, en presencia del Asistente en el Alcázar, el acto fundacional, origen de la corporación.

  El ambiente cultural de Sevilla  a finales del siglo XVIII será propicio para que un grupo de Ilustrados, fundaran inicialmente la conocida como Sociedad Patriótica de Sevilla y posteriormente por Real Provisión de Carlos III, el 16 de Diciembre de 1777, se reciba el mandato de “Procurar el esplendor y el progreso de las Artes y la Industria, con una especial atención a la Enseñanza, base de todo sistema social”  y  pasara a denominarse Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País.              

   El gran impulsor de ésta institución, fue Don Pablo Antonio de Olavide y Jáuregui,  quien en su residencia de los Reales Alcázares, celebraba tertulias que eran auténticas escuelas de la Ilustración. Asistían a ellas personajes como Gaspar Melchor de Jovellanos, muy joven en aquella época; D. Francisco de Bruna, Oidor de la Real Audiencia; el marqués de Vallehermoso; el conde del Águila; D. Martín de Ulloa, académico de las Buenas Letras; D. Pedro Manuel de Céspedes, canónigo de la Santa Iglesia Catedral y Rector de la Universidad en 1771; D. Andrés de Madariaga, marqués de las Torres, Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla  y una amplia  serie de personajes representativos del espíritu de la Ilustración.